Peche ti amo: Capítulo 3

Capítulo 3:

Los oídos le zumbaban, tenía el corazón helado en el pecho y cada músculo de su cuerpo temblaba de forma compulsiva. Era vagamente consciente que estaba sola en la habitación de él, con una fuerte tormenta cayendo y con muy pocas posibilidades de huir si parecer una cobarde. Porque después de todo, había seguido a aquel desconocido, sabiendo exactamente lo que iba a pasar y cuando estaba apunto de conseguirlo, todo cambió. No estaba segura si lo que sentía era tristeza o humillación, tan sólo sentía como un furioso calor le subía por el cuerpo y le hacía llenarse los ojos de lágrimas. Se mordió el labio y cuando escuchó como el sujeto entraba y se apoyaba en la pared observándola divertido, tan sólo giró la cara indignada. No quería que le viera llorar. No quería demostrarle lo mucho que le necesitaba y lo dolida que estaba.

- No te pongas a llorar, cher.- sonrió divertido mientras se acercaba a ella y le ofrecía una taza de cola cao caliente.

- ¡No estoy llorando! - gime ofendida intentando contener las lágrimas de sus ojos. Cogió la taza y clavó la mirada en el líquido marrón.- ¿Sueles dejar a tus amantes tiradas?- murmura controlando un puchero infantil.
- ¿Importa?

- Si.

Oyó como se reía a su lado y se acercaba poco a poco a ella. Su mano se colocó en su cintura y le atrajo a él. Tan cerca como estaban, pudo oler su perfume y escuchar los latidos tranquilos de su corazón. Sus labios se rozaban indiscretamente mientras se observaban con una lujuria silenciosa. A pesar de que tenía nulo conocimiento del sexo, su mano se movió sola hasta llegar al cuello de su camisa y desabrochar los primeros botones. Sedienta comprobó como sus muslos se cerraban al notar el pecho de él contra el suyo, sus labios en su mejilla y su respiración navegando por su cuello. Gimió e impulsada por el deseo dejó caer la taza y se subió en sus piernas y le besó. Él no tardó en contestar a su beso, sediento y explorando con su lengua cada rincón de la boca de ella. Un gemido salió de sus labios cuando las manos frías de él entraron en su camisa tocándole la espalda. Poco a poco se fueron recostando en la cama, ella encima de él observando sus ojos oscuros, mientras sus manos seguían tocando cada rincón de su cuerpo.

Un trueno resonó por la habitación, helando el momento cuando las manos de él estaban justo en sus sujetador. Rió y le besó en la frente para colocarla en la cama y taparla con una sábana, ocultando aquel apetecible bocado.

- No hay prisa, princesa.- le acarició la mejilla y le beso en los labios.- Vístete, te llevaré a tu casa.

Sin decir más se levantó y buscó su camisa. En un silencio incomodo los dos se vistieron y salieron del apartamento, con las manos entrelazadas y aún con el corazón latiendo a mil por hora sobre su pecho.

El trayecto fue en silencio, ninguno decía nada y parecía que cualquier palabra que pronunciaran, rompería aquel extraño encanto. El coche se detuvo en la entrada, y antes de que ella bajara le entregó una tarjeta.

- ¿Me llamarás?- quiso saber él con dulzura mientra le apartaba un mechón de la cara.

- ¿Quieres que lo haga?- logró preguntar con la voz entrecortada.

- Te he dado mi tarjeta...- rió con amargura.- No sé que significa para ti.

- Te llamaré.- le aseguró mientras le cogía de la camisa y se hundía en sus labios. Dejándolo con la respiración entrecortada salió sin mirar atrás.


La tarjeta de Itachi descansaba en su escritorio, doblada y arrugada por todos los lados. A pesar de que a penas tenía unos días, parecía que ese trozo de papel tenía más años que cualquier papel colocado en el corcho de su habitación.

El número de teléfono de él ya estaba grabado en su móvil, era uno de los contactos con más llamadas y mensajes. Parecía que su aparato se había vuelto la única herramienta de comunicación con aquel caliente hombre. Aunque hablaban prácticamente cada día y se veían con eventualidad, parecía que los momentos eran escasos. Sus encuentros se pasaban volando, entre caricias y besos, entre palabras y bromas, para siempre terminar en el mismo lugar y en la misma forma.

Llevaban meses saliendo, siempre de una forma escondida como si lo que estaban haciendo fuera sucio o pecado, pero aún así los encuentros se repetían y Hinata tenía cada vez más claro que no era sólo sexo lo que quería con él. Quería todas las facetas de ese hombre: sus miradas divertidas, sus labios finos y serios, su sonrisa ronca después de besarla hasta quedarse sin aire. Quería todo ese hombre, y aunque le dolía aceptarlo, sabía que él tan sólo quería lo que ella guardaba debajo de sus bragas. Algo que jamás había ocultado, y en cada encuentro se moría por mostrar. Se sentía bastante patética, pero jamás había sentido la necesidad de mostrarse entera hacia una persona. El amor en su vida era un chiste. No tenía ejemplo de un amor sano, y tan sólo sentía que la única forma de estar con él, era esa. Aunque toda relación puramente sexual tenía un final.


Suspiró frustrada en el cristal húmedo por la lluvia. Quería llamarle, pero sentía que debía ordenar sus ideas. No podía mostrarse tan entregada, por mucho que todo su ser se lo pidiera. Debía recuperar algo de su orgullo, porque después de todo si le daba lo que quería, posiblemente su historia acabaría. Se hundió en sus rodillas cuando oyó el sonido del móvil vibrar. Estiró el brazo y cogió el pequeño aparato. En la pantalla con letras grandes salía el nombre del hombre que ocupada sus pensamientos.

- ¿Qué estás haciendo?- quiso saber él al oír su voz en la otra línea.

- Pues... ¿mirar por la ventana?- contesto no muy segura. Itachi nunca llamaba. Jamás. Una mariposa de esperanzas se movió en su estómago, pero sabía que no debía alimentarla.- ¿Y tú?- preguntó con voz triste.

- Rellenar unos informes. Se supone que debo meter a un cabrón en la cárcel, pero... es tan sumamente aburrido.- bufó en la otra línea.

- ¿Llamas a tus amantes cuando te aburres?- preguntó divertida.

- ¿Cuantas amantes piensas que tengo?- su voz cambió a unas octavas para series, y Hinata se imaginó su rostro serio y molesto.

- Unas cuantas...- respondió un tanto aturdida por su reacción.

- Te equivocas.

Y sin más cerró la conversación.

Comentarios

  1. Insisto, me encanta. A este paso, me lo leo completo en la noche nomás xD

    Bye!

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